Calmados la sed y el apetito reanudamos el viaje a Acapulco de Juárez por la carretera libre y frecuentemente observamos carros con miembros del ejército mexicano patrullando para dar seguridad a los viajeros. Cierta ocasión, los militares nos hicieron parar, solicitaron nuestro documentos, revisaron los asientos y la cajuela del coche. Nos despidieron muy cortésmente indicándonos ciertas medidas de seguridad, a la vez que nos deseaban éxitos y un feliz paseo por tierras aztecas. Por enésima oportunidad, los mexicanos demostraron su gran apertura y disposición para ayudar de una u otra manera al turista extranjero.
Hasta que por fin llegamos a Acapulco acompañados de un abrasante sol de las tres de la tarde y nos pareció una ciudad un poquito descuidada en su ornato y salubridad con un infernal y caótico tráfico vehicular, por lo que resolvimos llegar rápido a la costanera a través de un largo y moderno túnel (previo el pago de 90 pesos -7.50 dólares-) que atravesaba una de las colinas presentes en esa ciudad. En primera instancia nos dirigimos al FUERTE DE SAN DIEGO
El Fuerte de San Diego fue construido por los conquistadores españoles para rechazar los ataques piratas que asolaban las costas del océano Pacífico.
Visitar sus instalaciones es como realizar un viaje al pasado
Desde el fuerte de San Diego se puede observar el hermoso paisaje natural y urbano de la bahía de Acapulco
Aquella tarde, este monumento y su museo estaba lleno de turistas asiáticos.
En este sector de Acapulco se respira un aire de paz y tranquilidad. Un sitio muy digno para visitar.
Después de conocer el fuerte de San Diego nos dirigimos a la playa para darnos un chapuzón y refrescarnos.
Una vez que dejamos el vehículo en un parqueadero corrimos en traje de baño a la playa pero...Oh sorpresa estaba casi desierta pues apenas habían unos 10 turistas a lo mucho. Claro, era sólo día jueves.
Dada la fama de Acapulco, esperábamos ver sus playas repletas de bañistas, con fuerte movimiento comercial; ver gente alegre, comiendo, bebiendo, bailando, niños y jóvenes revoloteando, disfrutando de la playa ,sol y arena pero nos llevamos una terrible decepción...que pasó. Dado ese sentimiento de soledad que nos invadió, determinamos viajar lo más pronto posible a Oaxaca.
Mientras buscábamos la salida a Oaxaca, vimos la gran cantidad de negocios, comercios,casas y departamentos grandes y pequeños que estaban en venta. Entonces intuimos que Acapulco ya había perdido ese gran imán de atracción para el turista mexicano y extranjero. Me parece que Cancun tiene hoy en día el prestigio que antaño ostentaba Acapulco. Una pena, porque su entorno natural es bellísimo.
En Acapulco,como en el DF, otra vez nos desorientamos y el señor de la foto (indígena purépecha, oriundo de Michoacan) muy gentilmente se ofreció acompañarnos hasta la carretera libre que conduce a Oaxaca.
A unos 20 km. de Acapulco nos topamos con una fiesta popular.
El baile estuvo amenizado por la banda Clave Azul Acapulco conformada por indígenas amuzgos de Xochistlahuaca, Guerrero,México. El disfraz ridiculiza a los rancheros descendientes de españoles pues en aquel sitio la gente que festejaba a San Antonio era indígena casi en su totalidad.
ACAPULCO A LAS 2 DE LA TARDE, interpretado por los The Coopers
Hasta que por fin llegamos a Acapulco acompañados de un abrasante sol de las tres de la tarde y nos pareció una ciudad un poquito descuidada en su ornato y salubridad con un infernal y caótico tráfico vehicular, por lo que resolvimos llegar rápido a la costanera a través de un largo y moderno túnel (previo el pago de 90 pesos -7.50 dólares-) que atravesaba una de las colinas presentes en esa ciudad. En primera instancia nos dirigimos al FUERTE DE SAN DIEGO
El Fuerte de San Diego fue construido por los conquistadores españoles para rechazar los ataques piratas que asolaban las costas del océano Pacífico.
Dieguito en la entrada al museo histórico del Fuerte de San Diego.
Es una de las construcciones más emblemáticas del puerto de Acapulco
La entrada al museo cuesta 30 pesos por persona Visitar sus instalaciones es como realizar un viaje al pasado
Desde el fuerte de San Diego se puede observar el hermoso paisaje natural y urbano de la bahía de Acapulco
Aquella tarde, este monumento y su museo estaba lleno de turistas asiáticos.
En este sector de Acapulco se respira un aire de paz y tranquilidad. Un sitio muy digno para visitar.
Después de conocer el fuerte de San Diego nos dirigimos a la playa para darnos un chapuzón y refrescarnos.
Una vez que dejamos el vehículo en un parqueadero corrimos en traje de baño a la playa pero...Oh sorpresa estaba casi desierta pues apenas habían unos 10 turistas a lo mucho. Claro, era sólo día jueves.
Dada la fama de Acapulco, esperábamos ver sus playas repletas de bañistas, con fuerte movimiento comercial; ver gente alegre, comiendo, bebiendo, bailando, niños y jóvenes revoloteando, disfrutando de la playa ,sol y arena pero nos llevamos una terrible decepción...que pasó. Dado ese sentimiento de soledad que nos invadió, determinamos viajar lo más pronto posible a Oaxaca.
Mientras buscábamos la salida a Oaxaca, vimos la gran cantidad de negocios, comercios,casas y departamentos grandes y pequeños que estaban en venta. Entonces intuimos que Acapulco ya había perdido ese gran imán de atracción para el turista mexicano y extranjero. Me parece que Cancun tiene hoy en día el prestigio que antaño ostentaba Acapulco. Una pena, porque su entorno natural es bellísimo.
En Acapulco,como en el DF, otra vez nos desorientamos y el señor de la foto (indígena purépecha, oriundo de Michoacan) muy gentilmente se ofreció acompañarnos hasta la carretera libre que conduce a Oaxaca.
A unos 20 km. de Acapulco nos topamos con una fiesta popular.
El baile estuvo amenizado por la banda Clave Azul Acapulco conformada por indígenas amuzgos de Xochistlahuaca, Guerrero,México. El disfraz ridiculiza a los rancheros descendientes de españoles pues en aquel sitio la gente que festejaba a San Antonio era indígena casi en su totalidad.
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